Biografía
del autor
Federico García Lorca, bautizado con el nombre de Federico del
Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, nació en Fuente Vaqueros, provincia de
Granada, en el año en que España perdió sus colonias, el 5 de junio de 1898. Su
madre había sido maestra fomentó el gusto literario a su hijo. Así, el
pequeño Federico leía
en su casa la obra de Víctor Hugo y
de Miguel de Cervantes. Su
padre cultivaba principalmente remolacha y tabaco, algo que le dio la pasión
por la vida y el ambiente rural.
El traslado de la
familia del campo a la ciudad afectó profundamente a Federico. En 1916 o 1917,
cuando empezaba a interesarse por la literatura, redactó un
largo ensayo autobiográfico en el que evocaba con amor Fuente Vaqueros.
De pequeño sufrió
una enfermedad y problemas físicos que le impedían correr o jugar con los
amigos, se dice no aprendió a andar hasta los cuatro años.
Como
estudiante fue algo irregular. De niño fue puesto a la tutela del maestro
Rodríguez Espinosa, en Almería, ciudad en la que residió con su familia entre
1906 y 1909. Inició bachillerato en su provincia natal y estudió en la Facultad
de Derecho de Granada, que abandonó para instalarse en la Residencia de
Estudiantes de Madrid (1918–1928). Después, regresó a la Universidad de
Granada, donde se licenció en Derecho.
En
1918 publicó su primer libro Impresiones y paisajes, costeado por su padre. En
1920 se estrenó en teatro El maleficio de la mariposa y en 1921 se publicó
Libro de poemas. En 1923 llevó a escena las comedias de títeres La niña que
riega la Albahaca y El príncipe preguntón. En 1927, en Barcelona, expuso su
primera muestra pictórica.
Hizo amistad con todos los artistas de la
época y, especialmente con Buñuel y Dalí, a quien después le tributó Oda a Salvador Dalí. El pintor, por su parte, pintó los decorados de Mariana
Pineda. En 1928 publicó la revista literaria Gallo, de la cual salieron
solamente dos números y de esta época datan también sus libros Canciones y el
Primer romancero gitano.
En
1929 marchó a Nueva York, experiencia que lo marcó profundamente. Allí fue donde
escribió Poeta en Nueva York. En 1930 llegó a La Habana. Durante su estancia se
gestan Así que pasen cinco años y El público, obras complejas con influencias
del psicoanálisis.
Ya
en España vivió de cerca la instauración de la Segunda República. En esta época se le encargó la co-dirección de
la compañía estatal de teatro La barraca y escribió algunas de sus grandes
obras: Bodas de sangre, Yerma y Doña Rosita la soltera.
En
1933 viajó a la Argentina y, desde esta fecha hasta el inicio de la Guerra Civil escribió Oda a Walt
Whitman, Diván de Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, La casa de
Bernarda Alba y La destrucción de Sodoma.
Entre
1934 y 1936 dirigió sus esfuerzos, en gran medida, a la renovación del teatro
español, con su propia obra y a través de La Barraca y de la organización de
clubes teatrales -como el Anfistora, fundado por Pura Maortua de Ucelay- y
agrupaciones que debían estrenar obras, clásicas o modernas, que hubieran sido
ignoradas por el teatro comercial. Con gran vehemencia reclamó una «vuelta a la
tragedia» y al teatro de contenidos sociales candentes.
La
situación política en Madrid, y en toda España, se había vuelto insostenible.
Se hablaba de la posibilidad de un golpe militar y en las calles de la capital
se vivieron numerosos actos de violencia, desde la quema de iglesias hasta los
asesinatos políticos.
Aunque Federico
García Lorca detestaba la política partidaria y resistió la presión de sus
amigos para que se hiciera miembro del Partido Comunista, era conocido como
liberal y sufrió con frecuencia las arremetidas de los conservadores por su
amistad con Margarita Xirgu o con el ministro socialista Fernando de los Ríos.
La popularidad de Lorca y sus numerosas declaraciones a la prensa sobre la injusticia
social, le convirtieron en un personaje antipático e incómodo para la derecha.
Con el estallido de la Guerra Civil en 1936
empezó el exilio de la mayoría de intelectuales españoles. Aunque Colombia y
México le ofrecieron la posibilidad de trasladarse a sus países para evitar
represalias, Lorca decidió
quedarse en España y viajar hasta su Granada natal. Dándose cuenta de que sería
peligroso quedarse allí, en la Huerta de San Vicente, Federico sopesó, con su
familia, varias alternativas: intentar llegar a la zona republicana; instalarse
en casa de su amigo Manuel de Falla, cuyo renombre internacional parecía
ofrecerle protección, o alojarse en casa de la familia Rosales, en el centro de
la ciudad. Esta última opción fue la que escogió Lorca, pues tenía una relación
de confianza con dos de los hermanos del poeta Luis Rosales, que
eran destacados falangistas.
Tras una denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936 fue detenido en la casa del también poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de las autoridades nacionales de que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra».
Tras una denuncia anónima, el 16 de agosto de 1936 fue detenido en la casa del también poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de las autoridades nacionales de que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra».
Lorca fue
trasladado al Gobierno Civil de Granada, donde quedó bajo la custodia del
gobernador, el comandante José Valdés Guzmán. Entre los cargos contra el poeta
-según una supuesta denuncia, hoy perdida y firmada por Ruiz Alonso- figuraban
el "ser espía de los rusos, estar en contacto con éstos por radio, haber
sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual. Fueron infructuosos
los varios intentos de salvar al poeta por parte de los Rosales y, más tarde,
por Manuel de Falla. Según Gibson, "hay indicios de que, antes de dar la orden
de matar a Lorca, Valdés se puso en contacto con el general Queipo de Llano,
jefe supremo de los sublevados de Andalucía".
Según
parece, el poeta fue fusilado la madrugada del 19 de agosto de 1936. Durante
años se ha creído que su cuerpo reposaba en una fosa abierta en el paraje de
Fuente Grande, en el municipio granadino de Alfacar, junto a los cadáveres del
maestro nacional, Dióscoro Galindo,
y los de los banderilleros Francisco
Galadí y Joaquín
Arcollas, ejecutados con él. Sin embargo, en 2009, y apoyándose en la
ley para la recuperación de la memoria histórica aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se decide abrir la
fosa donde supuestamente descansaban los restos del poeta, sin que se hayan
encontrado vestigios de la presencia de cuerpo
El
Teatro de García Lorca
En
Lorca lo teatral obedece a un impulso primario. Tuvo una visión teatral del
mundo: disfrutó y sufrió la vida como un drama universal. El teatro es
poesía que se levanta del libro y se hace humana, dijo en una ocasión, y nunca
dejó de confiar en la capacidad del teatro para enseñar y deleitar, según el
viejo modelo clásico.
Su
producción estuvo siempre determinada por la voluntad de innovar, en todas las
ocasiones. Nunca quiso hacer la comedia burguesa que dominaba en su tiempo,
sino acceder a los grandes temas: el amor, la muerte, el paso del tiempo, la
opresión y la rebeldía, la fuerza del destino.
Es
un teatro poético, en el sentido de girar en torno a símbolos medulares —la
sangre, el cuchillo o la rosa—, desarrollarse en espacios míticos o de un
realismo trascendido, y encarar problemas sustanciales del existir.
La
producción dramática de Lorca puede ser agrupada en cuatro conjuntos: farsas
(La Zapatera Prodigiosa), comedias «irrepresentables» según el autor (Amor de don
Perlimplín con Belisa en su jardín), tragedias (Bodas de Sangre) y
dramas (La Casa de Bernarda Alba).
Su
teatro queda como un ejemplo de experimentación,
cuyo único tema fue la libertad,
en su vertiente política,
individual, moral o sexual:
de la libertad en el único sentido
de la palabra.
Análisis
de la obra
La obra, como indica el autor en el próglogo,
se mueve dentro de varios asuntos, como ser, principalmente, la fantasía y la
realidad. Fantasía por las habladurías que hay acerca de la reputación y buena
conducta de la zapatera “Mi madre lo hablaba el otro día, diciendo: la zapatera no tendrá
hijos, y se reían mis hermanas y la comadre Rafaela.”y realidad porque no tales dichos no se acoplan con lo que en realidad
sucede en la vida de esta mujer “Cállate, larga de lengua, penacho de catalineta, que si yo lo he
hecho... si yo lo he hecho, ha sido por mi propio gusto... Si no te metes
dentro de tu casa te hubiera arrastrado, viborilla empolvada; y esto lo digo
para que me oigan todas las que están detrás de las ventanas. Que más vale
estar casada con un viejo que con un tuerto, como tú estás. Y no quiero más
conversación, ni contigo ni con nadie, ni con nadie. “. Fantasía por todo aquello que la zapatera imagina al idealizar a u
marido cuando éste la abandona “Me los decía todos a mí cuando nos acostábamos. Historietas antiguas
que usted habrá oído mentar siquiera ... (Gachona.) y a mí me daba un
susto... pero él me decía: "preciosa de mi alma, si esto ocurre de mentirijillas!"”, y realidad por lo que siente al revelarse que el titiritero es su
esposo, y enfrentarse al cúmulo de debilidades que de pronto recuerda que tenía
“¡Qué
desgraciada soy! ¡Con este hombre que Dios me ha dado! ¡Callarse,
largos de lengua, judíos colorados! Y venid, venid ahora si queréis. Ya somos
dos a defender mi casa, ¡dos! ¡dos! yo y mi marido. ¡Con este
pillo, con este granuja!”. Fantasía, también, por ensoñarse con otros
hombres “Eres mi mujer, quieras o no quieras, y yo soy tu esposo. Estabas pereciendo
sin camisa, ni hogar. Por qué me has querido. ¡Fantasiosa, fantasiosa,
fantasiosa!”, mientras la realidad es que está casada con
uno de 53 años, quien a su vez acepta las mentiras del pueblo en vez de confiar
en su esposa “Eso dice la gente.” “Yo no estoy acostumbrado a estos voceríos
y a estar en lenguas de todos.”
El tema podría ser la diferencia de edad dentro del matrimonio, ya que
conlleva la lucha entre lo pragmático del zapatero, hombre mayor, con una
reputación ya establecida, casado por consejo de su hermana, y las fantasías de su mujer propias de una
fémina mucho más joven y haberse tenido que ver poco más que obligada a casarse
por su mala situación económica.
La idea central es la importancia del “qué dirán”, en tanto es
fundamental en la obra, define la mala relación de las vecinas con la zapatera
y la necesidad de su marido de limpiar su nombre y huir para evitar los chismes
y la posibilidad de que su esposa pudiera engañarlo a sabiendas del pueblo “¡Con
todo el mundo y a estas horas! ¡Qué dirán los que vengan al rosario de la
iglesia! ¡Qué dirán en el casino!”. A su vez, visto desde la visión de
la zapatera, conlleva un crédito insoslayable, ya que ahonda en su pedido al
marido de no escuchar lo que dicen sino ver lo que ella hace por él y por el
matrimonio “Pero vamos a ver, a mí ¿qué me importa todo eso? Me casé contigo,
¿no tienes la casa limpia? ¿No comes? ¿No te pones cuellos y puños que en tu
vida te los habías puesto? ¿No llevas tu reloj, tan hermoso, con cadena de
plata y venturinas, al que te doy cuerda todas las noches? ¿Qué más quieres?
Porque yo, todo; menos esclava. Quiero hacer siempre mi santa voluntad.”.
Creo que el autor logra que el personaje de la zapatera y la obra
completa haga un giro completo sobre sí mismos, ya que comienza con una mujer
gritando y quejándose de las vecinas y su marido y termina de la misma forma.
Aunque ahora el amor parezca haber desflorado en el corazón de la zapatera, se
sigue mostrando como la mujer fuerte, indómita, llena de debilidades y sueños,
incapaz de verse a sí misma desde la realidad en la que está, sino aferrada a
un pasado ausente ya. Quizá hubiese sido un logro de la obra el lograr que ella
creciese desde algún aspecto personal, o que su marido entendiese que no hacía
falta la mentira de esa actuación forzosa para ver en su esposa la esencia de
quien en verdad era.
Finalmente, los personajes se definen por su rol en la obra y era de
esperarse que a la zapatera se la llamase de tal forma, aunque no es a lo que
se dedicaba, ya que en la sociedad de la época la esposa era definida por la
profesión de su marido. Considero, luego de leer la obra, que es “prodigiosa”,
ya que logra que su marido vuelva sin mediar un cambio de su parte. Sin embargo,
luego de una investigación al respecto, he hallado reseñas que indican que
Lorca pensó en llamar “fantasiosa” a la zapatera, pero luego lo cambió por
parecer un adjetivo que le reprochaba algo al personaje y lo prejuzgaba ya
desde el título antes que dejar que el lector perciba la obra a su manera.
Bibliografía
- Anderson, A.A. (1986), The Strategy of García
Lorca´s dramatic Composition, Romance Quaterly 33(2).
- Del Hoyo, A. (1984). La Zapatera Prodigiosa.
Bilbao, Plaza y Janés editores.
- Lima, R. (1963), The theatre of García
Lorca, Nueva York, Editorial: Las Américas.
- García Lorca, F. (1930). La Zapatera
Prodigiosa. Recuperado de http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Federico%20Garc%C3%ADa%20Lorca/La%20zapatera%20prodigiosa.pdf
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